sábado, 11 de enero de 2020

Via Alpina. Ruta verde. Mi quinta etapa. De Engelbert a Meiringen.


Distancia: 35,21 km
Tiempo: 9 h 33'
Altitud máxima: 2.178 m
Altitud mínima: 587 m
Desnivel positivo acumulado: 1.948 m
Desnivel negativo acumulado: 2.367 m
Dificultad técnica: T2
Track: Wikiloc


Tres años hace ya que empecé está ruta de largo recorrido que atraviesa Suiza de este a oeste, más concretamente desde Vaduz hasta el lago de Ginebra. En aquella ocasión, la meteorología y la falta de tiempo me dejaron muy lejos de poder terminarla (no pude hacer ni la mitad del recorrido) aunque alguna vez llegara incluso a unir tres etapas en una larga y agotadora jornada, como fue el caso del primer día, en el que terminé completamente empapado tras pasar las últimas dos horas bajo un fuerte  aguacero y con 50 kilómetros en las piernas.

Como digo, me quedé muy lejos de terminarla, pero por contra pude disfrutar muchísimo del paisaje de media montaña alpino y sobre todo seguir aprendiendo. Por ejemplo a llevarlo todo en bolsas de plástico, desde el móvil hasta los geles, y a que con muy poco se puede estar muchos días en la montaña. Al final, mi mochila no llegaba a los 10 Kg, incluyendo dos litros de agua y un litro de isotónico, por los 14 Kg que cargaba hace tres años, y eso se nota y mucho. 😅

Después de dos horas y media de trenes llegué a Engelberg a eso de las 8:00 de la mañana, dispuesto a continuar por donde me quedé la última vez.


Aunque la mañana ya estaba bastante avanzada, las ganas y el buen tiempo me dieron alas y según me baje del último tren me puse a caminar como si no hubiera un mañana.
Nada más salir del núcleo urbano me metí en un bosque donde los rayos del sol luchaban por colarse entre los altos troncos y la niebla.


Toda esta sensación de euforia me duró bien poco, pues aproximadamente a la media hora de empezar a caminar ya me iba muriendo de calor y a dolerme el dedo el pié que unos pocas semanas antes me había roto. No dejaba de preguntarme a mí mismo que coño estaba haciendo allí en vez de pasar una semana tirado en cualquier playa, tomando el sol, bañándome en el mar y tomando una cerveza detrás de otra. Soy un idiota, me repetía una y otra vez. Y a punto estuve de darme la vuelta...
Por suerte, esta naturaleza que me tiene tan enamorado fue colándose en mí a través de mis ojos y ganándole la batalla a mi débil mente.


Una hora más tarde llegue al Trübsee y la belleza del paisaje me inundó de tal manera que borró los últimos rastros de pensamientos negativos y ya no hice otra cosa que disfrutar de todos y cada uno de los días que pasé en estas montañas.


Tras otra hora de marcha alcancé el Jochpass, collado entre el Graustock y el Jochstock, en el que un hotel de montaña y la estación superior del teleférico dan refugio y comida a las muchas familias que cada fin de semana se acercan por allí. Yo salí pitando al ver tantas personas. 😆


Y es que la mayoría de la gente no sabe lo que se pierde por no darle un poco a eso de caminar, pues a los pocos minutos del atestado collado me encontré esta imagen.


Creo que mi cara lo dice todo... estaba disfrutando como un enano.


Pero no era el único, una pareja de abuelitos también estaban viviendo ese momento. 
No pude evitar acordarme de Natalia, así que les saque una foto y se la mandé diciéndole: "tu y yo dentro de unos años 😘"


Poco después llegué al Rossboden Hütte, donde inducido por un hambre voraz, me comí un platazo típicamente alpino con un montón de cebolla aceitosa (normalmente no es así) que durante las siguientes horas me hizo pasar una de las peores digestiones que recuerdo. Menos mal que iba solo... 😂😂😂


Más adelante aparecieron ante mí por primera vez las cumbres que anteceden al famoso Eiger, entre ellas la del Wetterhorn. Una de las montañas que más me gustan de las que conozco y que al día siguiente me acompañaría durante toda la mañana.


Una hora después alcanzaría el Tannensee, otro bonito y solitario lago de montaña.


A partir de aquí y durante casi 10 Km me mantuve por encima de los 2.000 metros de altitud, lo que a parte de refrescar un poco este caluroso día, permite ver el camino recorrido desde otro ángulo. 😍


Y del que queda por recorrer.


Y yo por supuesto sigo disfrutando.


Pero todo tiene un final y mis pobres pies ya lo van pidiendo. Por suerte ya puedo ver el valle al que me dirijo, aunque me queda una buena bajada. 1.600 metros negativos.


Imagínate cómo acabarían mis piernas que al agacharme a hacer esta foto de unas Amanita Muscaria, casi no era capaz de volver a levantarme. 😅


A última hora se metieron unas nubes que me hicieron temer un final de etapa como la primera, pero que por suerte no llegó a mayores.


Al final del día y con más suerte de la esperada, encontré un hotelito barato pero más que aceptable, sin tener que desviarme más de 50 metros del camino, en el que tras una buena ducha y curarme las ampollas de los pies, pude disfrutar de una merecida cena... 😋


... mientras el sol se iba escondiendo por detrás de las montañas.


No podía haber empezado mejor esta nueva aventura. 😁


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