jueves, 24 de septiembre de 2020

Via Alpina. Ruta verde. Mi undécima etapa. De Gstaad a Rossinière


Distancia: 31,70 Km
Tiempo: 8 h 4'
Altitud máxima: 1.998 m
Altitud mínima: 943 m
Desnivel positivo acumulado: 1.491 m
Desnivel negativo acumulado: 1.583 m
Dificultad técnica: T2
Track: Wikiloc


Un día más me pongo en marcha tan temprano como mis buenas costumbres españolas me permiten. A las ocho y media, vaya. Un cielo parcialmente nublado y una jornada relativamente fácil (en realidad dos etapas unidas en una sola) me hacían pensar que para las cuatro de la tarde podría estar ya en la Rossinière sin problema.

Al principio me tocaba una subida no muy dura a través de un precioso bosque joven.


Al superar los 1.500 metros de altitud, el bosque desaparece y se convierte en una amplia pradera que deja libre ante la vista un paisaje de lineas curvas que contrastan con un colmillo de roca viva que empieza a aparecer al fondo a la izquierda.


Un diente de roca que conforme voy avanzando va ganando cada vez más protagonismo en el paisaje.


El relieve no es muy pronunciado y se deja subir con facilidad y el camino, que en ocasiones no es más que una delgada linea de tierra entre la hierba, tampoco presenta mayores complicaciones. 


Sin embargo hoy no estoy disfrutando tanto como de costumbre. Hoy me están matando los pinchazos que me dan las ampollas y eso que aún estoy subiendo. Una pena porque cada minuto que paso en las montañas es irrepetible y me encantaría poder estar al 100%


Arriba en el collado se acaba lo malo... y empieza lo peor, la bajada. 😅


Un calvario que no dura más de dos horas, pues a partir de L'Etivaz...


... el camino vuelva a ser relativamente plano...


... y el dolor de pies se atenua, permitiéndome volver a centrar mi mente en las maravillas que me rodean.


Incluso cuando al llegar a Château d'Oex me tuve que pasar un buen rato caminado por asfalto bajo un sol aplastante, llegando a marcar el termómetro de mi reloj los 38º. Y eso que había nubes, pero no se como me las arreglé que no pillé ni una sombra.


Al llegar a esta localidad de nombre casi impronunciable (al menos para mi) tuve que dar una gran vuelta de más de 5 Km a la que en un principio no le vi ningún sentido. Más tarde pude comprobar al mirar el mapa de la zona con más calma, que el motivo no era otro que poder atravesar este bonito río llamado La Sarine.


Y que las dos únicas opciones eran por la carretera o por un este puente colgante.


Y al tipo que diseñó el recorrido le debió parecer mucho más interesante esta opción. Se ve que él no tenía las mismas ampollas en los pies como yo. 😅😅

Para terminar de rematarme, los últimos 6 Km fueron por asfalto. Todo muy llano y muy fácil, si. Pero por asfalto.


El caso es que cuando llegué a Rossinière...


... mi alegría al poder encontrar una bonita, cómoda y económica pensión...


... se vio ensombrecida ante la obviedad que mis pies me mostraban. Las ampollas de los talones tenían muy mala pinta y encima supuraban algo amarillento...


... pero lo peor es que bajo las uñas de los dedos gordos me habían salido dos ampollas que no había visto antes (por estar justo bajo las uñas en si) que se habían reventado y que me las habían dejado despegadas de los dedos. 

Con una mezcla de sentimientos entre tristeza por no poder terminar, alegría por volver a reunirme con Natalia, Naila y Leandro y de preocupación por el estado de mis pies, me quedé en la terraza del la pensión viendo el anochecer...


... hasta que la falta de luz y el cansancio me mandaron a la cama.


Una vez en casa, Natalia que es un cielo, me dio baños de agua tibia con Betadine durante varios días para evitar que las heridas se me infectaran.


Se que sólo me quedan unos pocos kilómetros pero no puedo dejarlo así. Tan pronto como pueda volveré para terminarlo. Palabra de Dominguero. ✋

sábado, 19 de septiembre de 2020

Via Alpina. Ruta verde. Mi décima etapa. De Hahnenmoospass a Gstaad.


Distancia: 27,46 Km
Tiempo: 6 h 12'
Altitud máxima: 2.117 m
Altitud mínima: 1.152 m
Desnivel positivo acumulado: 1.060 m
Desnivel negativo acumulado: 1.938 m
Dificultad técnica: T2
Track: Wikiloc

Etapa anterior...

Paisajes y relieves mucho más suaves que las etapas anteriores y de una soledad casi absoluta a lo largo de todo el recorrido ya que sólo me crucé con gente en Lenk y en Gstaad. Esta fue una jornada en la que podría haber disfrutado mucho pero de la que por desgracia, el recuerdo más intenso que guardo de ella es el dolor y los pinchazos que me producía la ampolla del pie izquierdo. Una ampolla que no solo no se estaba curando si no que cada día tenía peor pinta.

El caso es que como cada mañana me puse en marcha nada más desayunar...


... y aunque ya desde el principio el camino era cuesta abajo...


... las molestias en los pies no me dejaban disfrutar del todo de este precioso paisaje.


Una hora más tarde llegué a Lenk. El tiempo es estupendo y allá donde mires, el verde y el azul son los colores que mandan.


El pueblo en sí lo atravieso en linea recta, casi como si quisiera salir de allí lo más rápido posible, y empieza una subida por un camino muy estrecho junto a un arroyo de montaña, atravesando un bosque bastante tupido.


Un poco de sombra que se agradece...


... donde aprovecho de vez en cuando para hacer alguna parada aunque sea con la excusa de sacar lo que Natalia llama mis "fotos artísticas"


A medida que voy cogiendo altura, el bosque se hace cada vez menos espeso hasta que llega un momento en que se abre por completo.


Pero yo a lo mío, que de momento es ir siguiendo las señales que me conducen al siguiente paso de montaña.


Esta parte del recorrido no es muy dura que digamos. Las pendientes son mucho más suaves que los días anteriores y además, cuando voy hacia arriba, las ampollas me dueles bastante menos que cuando voy hacia abajo.


Una vez superado el collado y viendo el panorama que se podía apreciar desde allí, me fui haciendo a la idea del interminable descenso que tenía por delante. 


Y aunque afortunadamente el camino era de lo más cómodo, muy fácil y con una suave pendiente, cada paso que daba me rozaba en las puñeteras ampollas y me daban unos pinchazos que convirtieron lo que habría sido una "jornada de descanso" en una molestia continua. Pero bueno, con este paisaje a mi alrededor bien merecía la pena.



Yo, que soy un tío muy cateto, no sabía que Gstaad es una población del tipo de St. Moritz o Davos, donde los millonarios van a esquiar, y me quedé super parado al entrar en el pueblo y empezar a ver una detrás de otra, mansiones y cochazos de lujo. Y más aun tiendas como Louis Vuitton, Hermes o Prada.


Ya me veía yo pagando un dineral para poder pasar allí la noche, o seguir caminando hasta que apareciera otra cosa, pero tuve la suerte de encontrar, (justo en el centro del pueblo, flipas), un hostal donde se comía super bien y que casualmente tenía una habitación individual libre por un precio muy parecido al que había pagado en otros sitios por dormir en una habitación compartida y sin baño.
La ventanita del arriba a la izquierda era la de mi dormitorio.


Allí pude darme una buena ducha, curarme todo la bien que pude las ampollas y llenarme la barriga.
Además de poder tomarme una última cerveza en la terraza del bar de enfrente con esta vista tan bonita de la ciudad.


Y es que todo sacrificio tiene su recompensa. 😅

Etapa siguiente...

jueves, 30 de enero de 2020

Via Alpina. Ruta verde. Mi novena etapa. De Oeschinensee a Hahnenmoospass


Distancia: 30,57 Km
Tiempo: 8 h 19'
Altitud máxima: 2.425 m
Altitud mínima: 1.238 m
Desnivel positivo acumulado: 2.062 m
Desnivel negativo acumulado: 1.713 m
Dificultad técnica: T3
Track: Wikiloc


Anoche antes de echarme a dormir, conocí a una señora. Llegó al dormitorio mientras me estaba curando las ampollas de los pies. Entre charlas y tiras de esparadrapo fui conociendo un poco a esta mujer. Tras su frágil aspecto y su voz hecha para contar cuentos a los nietos, se escondía una persona con una tremenda fortaleza física que, ya jubilada y sola, pasaba entre nueve y diez meses al año haciendo rutas de senderismo de largo recorrido. La mayoría de las veces sola. Sus pies eran como sus botas de cuero. Aunque con más heridas que los míos, se veían mucho más fuertes, como las manos de un albañil. Decía que cuando volvía a su casa solo pasaba allí más de unas pocas semanas para solucionar algunos asuntos y después ya no aguantaba más y tenía que ponerse de nuevo en marcha. Al principio me dio hasta un poco de envidia, poder pasarte la vida en la montaña es como un sueño, no?... pero después, la sensación que me estuvo acompañando a lo largo del día siguiente al pensar en ella fue de tristeza y no sé muy bien como explicar el porqué.

El caso es que mientras yo compartía desayuno con unos simpáticos montañeros, vi como ella abandonaba el Berghaus y se ponía en camino. Al rato yo hice lo mismo, no sin antes echarle un último vistazo al precioso lago junto al que había pasado la noche.


Al poco pasé junto a un salto de agua y le hice una foto sin saber lo que me más adelante me iba a encontrar.


Y es que a escasos veinte minutos de echar a andar le doy alcance y la saludo. Claro que cada uno lleva su ritmo y no vamos a ir caminando juntos, pero está parada en un cruce sin señalizar y no sabe muy bien para donde tirar, así que saco el GPS y le digo... - Creo que es para la derecha. 
Como cualquiera que haya leído alguna de mis crónicas podrá imaginarse, me equivoqué. 😬 Así que a los pocos metros me giro hacia ella y le digo. - Lo siento, pero por aquí no es. Acordándome de sus pies me sentí fatal y volví a pedirle disculpas, a lo que ella me contestó. - Si no te hubiera preguntado y tu no te hubieras equivocado, ahora no estaríamos viendo esa maravilla que llevábamos a nuestra espalda.


Y al levantar la vista me encuentro que el salto de agua que había fotografiado minutos antes, desde aquí se ve iluminado por los rayos del sol, mientras el resto de la pared se mantenía aún entre sombras. Una imagen que solo había visto en algún video de Yosemite en youtube y que ahora estaba teniendo lugar delante de mis propios ojos. 😍


Una muestra más de que todo en esta vida tiene un porqué.


Al bajar a Kandersteg pude disfrutar de un camino sin subidas ni bajadas durante casi 3 kilómetros. Creo que fue la primera y la última vez en toda la Via Alpina. 😅


Luego el camino se adentra en un valle...


...donde se acaba el descanso y se empieza una subida bastante radical.


Un solazo que no es normal por estas latitudes y unas temperaturas por encima de los 30º me acompañarían durante toda esta subida.


Por encima de los 2.400 metros se encuentra el estrecho paso de montaña que me habría de dar acceso al siguiente valle.


Desde donde pude contemplar por última vez el Oeschinensee (justo a la derecha de mi cabeza).


Así como mi siguiente destino. La localidad de Aldenboden, casi 1.500 metros más abajo.


Tras una parada de diez minutos para comer y beber algo, pero sobre todo para disfrutar de la única sombra que había encontrado desde hacía un buen rato, me puse de nuevo en marcha. 
Una mirada atrás para ver de donde venía...


... pero sin dejar de disfrutar del paisaje que me rodeaba durante la bajada.


 Hasta llegar a Aldenboden. Otro bonito pueblo de montaña donde también tuve el placer de perderme al coger un desvío y no me quedó más remedio que caminar por una carretera durante casi un kilómetro y medio para enmendar mi error. 


A partir de aquí, 6 kilómetros de subida continua pero no muy dura que me llevaría junto a algunas pequeñas pozas en las que estuve tentado de darme una refrescante ducha.


La última parte del camino no tiene demasiadas complicaciones más allá de lo cansadas que van las piernas, y es solo por eso que se me hizo un poco largo.


Pero una vez arriba tuve la suerte de poder disfrutar de una buena ducha, una buena cena y una habitación para mí sólo.


Y también de una bonita puesta de sol justo antes de irme a dormir.