miércoles, 2 de octubre de 2019

De vuelta al Grosser Mythen (1.898 m) con Natalia.


Distancia: 11,77 Km
Tiempo: 4h 53'
Altitud máxima: 1.898 m
Altitud mínima: 1.404 m
Desnivel positivo acumulado: 716 m
Dificultad técnica: T2
Track: Wikiloc

Hace mucho, mucho tiempo que no subíamos juntos una montaña. De hecho creo que la última vez fue el Trevenque, cuando todavía vivíamos en España. Así que ya iba tocando.
Como este año ha nevado hasta bastante más tarde de lo que suele ser habitual, hemos tenido que esperar hasta el 23 de Abril para poder subir a esta que está a los pies del Vierwaldstättersee. Pero la larga espera ha merecido la pena.

Después de recorrer los tres kilómetros y medio que separan Ibergeregg (donde dejamos el coche) de Holzegg (donde comienza realmente la ascensión) nos dispones a afrontar las primeras rampas en esta soleada mañana de primavera.


Sólo para descubrir tras nuestros primeros pasos que no hemos elegido el calzado más adecuado, ya que por lo menos en esta zona aún queda algo de nieve, y que traer los bastones tampoco habría sido mala idea. Pero bueno, no hay nada que Natalia no pueda arreglar con un poco de imaginación y buen humor.


Por suerte para nosotros estos restos de nieve solo están en la parte más baja, donde resbalarnos y caernos solo tendría como consecuencia el mojarnos un poco el culo. Donde el camino se pone más estrecho y peligroso está todo seco.


Y menos mal, porque con nieve y sin crampones no podríamos haber continuado subiendo por aquí.



Y nos habríamos perdido estas vistas.


Natalia va como una moto. Mira que me cuesta convencerla para salir al monte, pero una vez que se pone no hay quien la pare.


Y es que ya tiene el punto de mira puesto en la cima y no sé si es por lo de las endorfinas que producen el ejercicio al aire libre o que está pensando en tomarse algo fresquito ahí arriba, pero el caso es que me lleva con la lengua fuera.


En los últimos metros todavía queda bastante nieve y alguien se ha pegado un buen curro paleandola para abrir esta trinchera.


Una vez arriba toca regalarse los ojos con estas vistas tan bonitas


Hacernos las fotos de rigor en el banquito bajo la cruz.


Y tirar para la cabaña...


... a recargar las baterías antes de volvernos.


Al final, como se metieron nubes y empezó a hacer fresquete, nos metimos dentro a comer y nos pasamos allí un buen rato.
Luego a la vuelta el sol volvió a brillar y a juzgar por la cara que llevaba Natalia se puede ver que estábamos bien a gusto.


Definitivamente, porque cuando va haciendo esas tonterías es que se lo está pasando muy bien.


Un par de patinazos en la nieve al final de la bajada, terminaron de sacarnos unas cuantas carcajadas.


Bueno cariño, pues otra montañita juntos. 


Espero que no tengamos que esperar otros seis años para repetir, porque la verdad que lo he pasado super bien.