viernes, 9 de marzo de 2012

Ascension al Toubkal 4.167m (III, F)

Altitud Máx: 4.167 m.
Desnivel Positivo Acumulado: 1.050 m
Dificultad: Fácil

Para el último día teníamos preparado el plato fuerte, la subida al pico más alto de la cordillera y del todo el norte de África, el Jebel Toubkal.

Así que siguiendo nuestra sana y andaluza costumbre de no matarnos a madrugar, nos pusimos en marcha con el día ya amanecido y encaminamos nuestros lentos pero seguros pasos hacia la primera pendiente fuerte que se nos ponía por delante.

La marcha no tiene mayor complicación que la de ir ganando altura paulatinamente por un sendero bien marcado en las rocas que ante la ausencia de nieve nos resultaba más sencillo y cómodo de lo que suele ser habitual en esta época del año.

Una vez llegados a ese amplio collado que se ve sobre nosotros, el camino continua por una zona de ascensión mucho más suave que nos permite disfrutar de la grandeza de las montañas que nos rodean.


Siempre por un paisaje de una belleza muy especial, como una mezcla entre lunar y volcánico.

Una vez llegados al collado entre la cumbre principal y la cumbre oeste ya se puede ver el vértice metálico que marca el final de nuestra ascensión.


El camino desde aquí gira hacia la izquierda para seguir un poco más abajo de la cresta de la montaña, más aérea pero sin riesgo ninguno y en cualquier caso muy bien marcada.

La cima no es muy vertical ni mucho menos, mas bien todo lo contrario, si no fuera por el triángulo de hierro que marcan el punto más alto uno no sabría ni donde hacerse la foto.

Por supuesto nos hicimos la foto de cumbre todos muy contentos porque, como decía Anibal Smith, nos encanta que los planes salgan bien.


Había llegado el momento de sentarse a descansar un poco, felicitarnos por la cumbre conseguida y por supuesto disfrutar de las vistas, que son fantásticas.

Justo frente a nosotros las dos montañas que subimos ayer, el Ras y el Timesguida, las dos de la izquierda, nos saludan como ayer nos saludaba la montaña en la que ahora estamos.

¿Porqué será que el descenso es siempre lo más peligroso?. En este caso desde luego no lo fue, pero imagino que es porque uno va más cansado y relajado, y sobre todo triste por tener que abandonar un sitio al que le ha costado tanto llegar.

Quizás por eso bajamos casi en silencio, cada uno con sus pensamientos y prácticamente no hacemos ninguna foto del descenso.

Incluso una vez llegados al refugio no se ha concluido la actividad del día puesto que habíamos decidido continuar bajando hasta el pueblo de Imlil y pasar allí la noche. Y aunque contentos por el resultado del viaje, no podemos evitar volver la vista atrás una y otra vez despidiéndonos muy a nuestro pesar de estas montañas que tan bien nos lo han hecho pasar.



Menos mal que la llegada al pueblo con la noche ya encima...


... y un buen plato de cocina tradicional marroquí...

... nos hizo recuperar la alegría y despedimos el día con unas risas.

Gracias a Kike, a Yiye y a Antonio por estos días con vosotros que tan bien me lo he pasado.

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