Distancia: 15,98 Km
Tiempo: 3h 30'
Desnivel positivo acumulado: 72 m
Desnivel negativo acumulado: 145 m
Dificultad técnica: T1
Track: Wikiloc
Esta etapa decidimos hacerla especialmente corta para poder tener tiempo por la tarde de ir a visitar el coliseo y el anfiteatro de Mérida. Y aunque no hacía falta despertarse demasiado temprano, puesto que 15 kilómetros se hacen en un rato, sí que nos apetecía disfrutar del amanecer una vez más. Así que salimos a caminar con las primeras luces del día.
Los primeros kilómetros tenemos que andar por el arcén de una carretera secundaria que transcurre paralela a la autovía A66, por lo que el camino, bonito no es que sea y encima llegamos a un punto que estaba en obras y tuvimos que saltar la valla que nos cortaba el paso y cruzar una vía de tren.
Menos mal que a partir de ahí nos separamos de la carretera y el paisaje mejoró considerablemente.
Fue por aquí más o menos que coincidimos con Astrid. Una mujer holandesa que también estaba haciendo el camino y con la que en las etapas siguientes coincidiría casi todos los días.
Al poco de eso nos acercamos al rio Guadiana y detrás de él ya se podía Mérida.
Y al acercarnos al puente romano que da acceso a la ciudad, aprovechamos las belleza de su arquitectura para hacernos unas fotos.
Una vez dentro de Mérida y de camino al hotel donde íbamos a dormir, nos encontramos una librería y aproveche para comprarme un libro nuevo porque el que me había traído ya lo había terminado.
Una vez duchados y comidos nos dirigimos hacia el coliseo y el anfiteatro, que se encuentran en un gran recinto ajardinado.
Tengo que decir que los restos arquitectónicos son espectaculares.
Se puede sentir la antigüedad del lugar con solo cerrar los ojos
Dentro del Coliseo me imaginaba como habría sido estar allí sentado hace dos mil años, viendo como se mataban entre si los gladiadores.
Y cuando te subías a las gradas superiores del Anfiteatro, ya ni te cuento. Un sitio de verdad espectacular en el que sientes de verdad el peso de la historia. Me encanto !!!
Al día siguiente Walter tomaría un autobús para ir a Portugal a ve a su hijo y yo volvería a recorrer el camino en solitario. Por lo que esto supuso un broche de oro a estos días en los que el destino puso en mi camino a una buena persona, llena de energía positiva y buen humor llamada Walter.
Muchas gracias por esos buenos ratos juntos amigo mío.
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