viernes, 10 de febrero de 2012

Viaje al Alto Atlas


Este es un viaje que hice hace ya dos años, en diciembre del 2009, antes de que empezara este blog, pero como mi tendón de Aquiles me tiene apoltronado en el sofá y no paro de pensar en las montañas, me he puesto a ver fotos antiguas y me he encontrado con estas, así que he decidido hacer una crónica del viaje y así me entretengo un ratico. Bueno, pues ahí va...

El 5 de Diciembre nos reunimos Jose, Kike, Yiye y yo en la estación de autobuses de Málaga desde donde viajaríamos hasta Tarifa en bus, el primero de los 7 diferentes medios de transporte que íbamos a usar.

En Tarifa embarcamos en un ferry rumbo a Tanger y para mí es aquí donde comienza realmente la aventura.


Yo nunca había estado antes en Africa, así que estaba impaciente por vivir cosas nuevas, lo malo es que tengo la fea costumbre de marearme siempre en los barcos, aviones y trenes, así que me pasé casi todo el rato en cubierta para que me diera el aire en la cara, aunque con la excusa, eso si, de hacer algunas fotos.


Y así, con Africa a un lado y al otro Europa, me sentí durante unos minutos como el pirata de Espronceda, eso sí cambiando Asia por Africa y con la salvedad de que en aquellos tiempos no tendrían biodramina en Estambul.

Una vez en tierra firme, lo primero y más importante es sin lugar a dudas buscar donde llenar los estómagos, para lo que recurrimos a un simpático taxista que nos puso su flamante Mercedes a nuestra disposición, eso si, por un módico precio previamente acordado, aunque a juzgar por la cara de Yiye podía haber sido menos.


Pero no pasa nada chicos, aquí hay sitio para los cuatro y nuestras cuatro mochilas...


Bueno, y ahora a por el cous-cous...


Y después de la pitanza decidimos ir andando a la estación de trenes, más que nada para bajar un poco la comida, y claro, llegamos de noche...


Pero no pasa nada, lo único que teníamos que hacer hasta que saliera el tren hacia Marrakech era descansar un poco y llamar a nuestras mujeres. ¿Cual de las dos cosas estás haciendo en la siguiente foto, Yiye? jijijiji.


Pero bueno, todo llega, hasta el tren, y una vez dentro de nuestro vagón nos dimos cuenta que no era precisamente una A.V.E.


Tras el rato obligado de cachondeito, una cervecita y a la cama, o eso creía yo, que en Marruecos nos es nada fácil encontrar alcohol. :-(

A la mañana siguiente y ya con luz de día admiramos la anciana locomotora que nos había transportado durante unos 700 Kms con todo su trabajo durante esa noche.


Pero que más da, estábamos en Marrakech, con los ojos pegados y oliendo pestucia, pero en Marrakech, a un pasito del Atlas.

El siguiente paso era negociar con nuestro contacto (Uy, suena como en las peliculas) el transporte, alojamiento y alimentación para los próximos 4 días. De lo que se encargó Yiye con una genial maestría y lo consiguió todo por 20€ al día por cabeza, lo que nos pareció una ganga.

En coche nos llevaron a Imlil, un pueblecito de montaña a unos 30Kms de Marrakech donde pasaríamos la noche y desde donde empieza el treking hasta el refugio Les Mouflóns.

Como llegamos muy tempranito, decidimos caminar un poco por una montaña cercana para calmar un poco las ganas y estirar las piernas.


Después volvimos al albergue a tomar un te y organizar un poco las cosas para el día siguiente, eso sí, antes aproveché el paseo para dejarme caer por unas rocas en las que casi me parto las crisma, y es que si no hago una de las mías no me siento yo.


Como todavía nos quedaban muchas horas de luz por la tarde, decidimos ir a recorrer el pueblo y hacer algo de turismo rural marroquí, al fin y al cabo ya sabéis que no soy más que un dominguero, esté donde esté.

Así conocimos un poco sus paisajes...


Sus calles...


Y sus gentes...


Hasta nos hicimos una foto en el cartel del parque.


Y ya por la noche, cenita y un poquito más de cachondeo.


Y ahora si, al saco a dormir que mañana ya toca andar para subir al Refugio Les Mouflóns.

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