sábado, 11 de agosto de 2012

Primer intento al Mont Blanc por las Agujas Grises (IV, PD+)


Altitud Mínima: 3.072 m.
Altitud Máxima: 4.808 m.
Altitud Alcanzada: 3.810 m.
Dificultad: PD+
Horario:  De 12 a 14 h.

Hace ya varias semanas que realizamos esta actividad que dejó en mi un sabor de boca tan extraño que necesité varios días para identificar y que como continuo sin tenerlo muy claro definiré como agridulce.

Una serie de errores/equivocaciones por nuestra parte hizo que perdiéramos la oportunidad de realizar lo que para nosotros habría sido una GRAN ACTIVIDAD durante un GRAN DÍA y en una GRAN MONTAÑA.

El primer error fue doble, puesto que al llegar tan tarde al Refugio Gonella no tuvimos la oportunidad de descansar lo suficiente y mucho menos de hacer un reconocimiento previo del principio de la ruta que haríamos unas horas después en total oscuridad. Algo que es muy importante y que reveló clave en nuestro "fracaso".

Como digo, tras pasar 3 horas en la litera de las cuales no dormí ninguna, sonó el despertador a las 00:00 h. Fuí a despertar a Yiye y bajé a tomar el desayuno, pero tenía tanto sueño y tenía el cuerpo tan cortado por no estar acostumbrado a levantarme a esa hora que el simple hecho de tomarme el café se convirtió en un suplicio puesto que la comida no me entraba, todo esto mientras un francés que desayunaba junto a mi se zampaba unos trozazos de queso apestoso que solo conseguían revolverme aún más las tripas. Madre mía que estomago tienen algunos!!!.

Entre unas cosas y otras, mas cerca de las dos que de la una nos pusimos en marcha. Lo primero es cruzar una zona que alterna tres neveros con sendos tramos de roca que a la luz del día no tienen mayor complicación que el miedo que se pasa, pero que por la noche es facil perderse.


Esta primera foto es de la tarde que llegamos, y los neveros se ven claramente en el centro y abajo, aunque parecen mucho más pequeños de lo que eran, puesto que en realidad se hacían larguitos.


En el tercer nevero, en esta foto que nos hizo Kike cuando volvíamos se pueden apreciar dos huellas, una encima de la otra, que con la luz del día son muy evidentes, pero a la luz de la frontal es otra cosa.


Si le picas a la imagen y la amplías, se puede ver como voy volviendo por la huella de abajo, pero a la ida nos equivocamos y cogimos la huella superior que nos condujo a un camino equivocado y por supuesto sin salida, así que convencidos de que ese era el camino pero encontrándonos una y otra vez con que de repente terminaba en zonas sin salida nos pusimos a buscarla como pudiéramos a la luz de las frontales y por un terreno de rocas sueltas a las que no había manera de asegurarse y menos aun con tornillos de hielo y estacas que era lo que llevábamos.

Transcurridas dos horas de escalada en la oscuridad, de tensión, desesperación y frustración  por estar cagándola nada más salir del refugio (somos domingueros, pero no nos teníamos por gilipollas) decidimos que en realidad si que debíamos serlo y acordamos volvernos al refugio, llorar en un rincón donde nadie nos viera, inventarnos alguna historia creíble de Yetís y/o extraterrestres y volver a intentarlo al día siguiente.


En eso estábamos cuando al regresar por este dichoso tercer nevero y ya con las pilas de la frontal cambiadas por unas nuevas, vimos la huella inferior y le dije a Yiye que me iba a asomar a ver a donde llevaba. Así lo hice y al terminar la zona nevada y pasar a las rocas vi una marca de pintura amarilla.

Ahhhhggggg!!!!!! ¿Que hacemos?, ¿que hacemos?. Pues que vamos a hacer ir tan rápido como podamos e intentar recuperar el tiempo perdido. Toda una utopía, puesto que a estas alturas ya eran casi tres horas.

Antes que nada quiero aclarar que todas las fotos que tengo se hicieron durante el descenso.

Pues bien, en cuatro más un minuto :-P alcanzamos el glaciar y la progresión fué mucho más cómoda.


Así que agachamos la cabeza y nos pusimos a andar como locos, sin hablar, poniendo el ritmo más fuerte que pudiéramos mantener durante el máximo tiempo posible. Y así íbamos, cruzando una grietas alucinantes...


... algunas, más que grietas, auténticos agujeros donde cabía un coche.


Sobre las 5:00 de la mañana ya había suficiente luz como para apagar las frontales y comenzamos a disfrutar de un paisaje que hasta ese momento solo eran sombras.


Aunque mirando hacia abajo parecía que ya habíamos cogido mucha altura, al consultar el altímetro este nos lo desmentía y nos decía que aun faltaba para llegar a los 4.000 metros.


La parte alta del glaciar está dominada por un grupo de seracs que aunque parecen bastante estables dan mucho miedo.



De verdad que cuando pasas por su lado no te explicas como eso, que no es más que nieve compactada es capaz de aguantarse sin venirse abajo, sobre todo por la tarde cuando el calor aprieta.


El caso es que aún es muy temprano y el sol no ha salido (recuerdo que las fotos son de la bajada) y con todo y con eso se escuchan derrumbamientos de roca y nieve por todos lados.


Nosotros vamos siguiendo la huella que han marcado las cordadas anteriores hasta llegar al final del glaciar, donde un pequeño plateau nos lleva hasta la rimaya.


En este punto paramos a comer algo y yo me tomo un gel. La sensación que tengo es de estar reventado, pero con muchas ganas de seguir. 


Lo siguiente que tenemos que afrontar es el cruce de la rimaya, que no nos supone ningún problema puesto que la temporada está muy temprana y la grieta está poco abierta, con lo que el puente de nieve que nos ayuda a cruzarla no es muy largo. Después de esto, una pala de unos 80 o 90 metros de largo y con una inclinación de unos 45º/50º, no nos parece mucho y más depués del gel, pero al poco rato tengo el corazón en la boca y cuando miro arriba veo que solo llevo la mitad.

Cuando estamos llegando arriba Yiye se para y me pregunta que por donde seguimos, "por las rocas fáciles que llevan a la arista" pienso yo, pero esas rocas que en la reseña figuran como pasos de IIIº (y de hecho no son nada dificiles) son sobre lajas de pizarra sueltas donde no hay manera de meter ningún seguro y donde una caída te dejaría en el fondo de la rimaya (que puntería, hombre).

Clavo el piolet en la nieve hasta la cruz y Yiye sube con valentía por las rocas descompuestas, pero como solo llevamos desplegados 15 metros de cuerda entre nosotros no es suficiente para alcanzar el final, con lo que tiene que lacear un cuerno de roca que parece más estable para recuperarme la cuerda.
Cuando llego a su lado, con más miedo que vergüenza nos miramos a la cara y sobran las palabras, ambos somos conscientes de lo precario de nuestra situación, el terreno es fácil pero todo está suelto y no vale caerse. 8 o 10 metros nos separan de la arista donde llegamos finalmente y nos sentamos a recobrar el aire y las pulsaciones que se nos habían disparado.


Bueno, lo más difícil ya está superado, solo queda aristear durante unas 3 horas, primero al Pitón de los Italianos (4.003 m), desde aquí al Dôme du Goûter (4.304 m) donde se une a la ruta normal francesa y de aquí al Mont Blanc por la Arista de los Bosses. Bueno, vale, entre 3 y 4 horas jejeje.

Mientras dejamos de boquear nos quedamos embobados con el paisaje. Si tuviéramos una mínima parte de esto en Sierra Nevada... 
!!! Como me gustaría vivir aquí ¡¡¡


Cuando ya estamos listos para continuar Yiye me dice que mire a la cumbre del Mont Blanc...


Oh, oh. No me lo puedo creer. En todas las guías que hemos consultado para esta ruta nos advertía que la formación de una nube sobre la cima presagiaba mal tiempo y como para mañana dan malo parece que se va a adelantar.


¿Que hacemos tío? Podemos esperar un poco a ver si se disipa o no.


Los minutos van pasando y la nube se mantiene, de hecho se ve gente por la Arista de Bosses y el viento levanta nubes de nieve polvo tras sus pasos.


Llevamos meses entrenando, es más, soñando con este día. Hemos invertido nuestras únicas vacaciones y nuestro dinero, lo que más queremos es alcanzar la cima, pero todo parece indicar que debemos volvernos. Llevamos casi tres horas de retraso sobre el horario previsto, deberíamos estar ya en la Cabaña Vallot, a una hora escasa de la cumbre. No podemos arriesgarnos a una cima tardía con mal tiempo, no siendo unos debutantes en estas montañas.


Estamos desolados, pero creemos que estamos tomando la decisión correcta... nos volvemos.

Nos planteamos rapelar esta zona mixta que nos separa del glaciar pero al final destrepamos con más miedo que vergüenza.


Ya hemos vuelto a cruzar la rimaya y ante nosotros se extiende todo el Glaciar del Dôme. La Aiguille du Trê-la Tete domina el paisaje.


La nieve se ha puesto muy blanda y nos preguntamos en que condiciones estaría si fueran las tres o las cuatro de la tarde en lugar de las ocho o las nueve de la mañana.


De hecho, en un momento dado, Yiye se cae y su maniobra de autodención lo para justo a mi altura, ha bajado 15 metros en nieve blanda. Un buen susto.



Pero lo peor vino después, aproximadamente una hora después de iniciar el descenso volvemos a mirar hacia la cumbre del Mont Blanc solo para descubrir que la nube había desaparecido por completo y en su lugar un sol radiante dominaba el cielo.


¿Que hace uno en esta situación? ¿Echarse al suelo a patalear como un niño enrrabietado? ¿empezar a buscar excusas que maquillen nuestra torpeza? No, nos hemos equivocado. Nos equivocamos de ruta al salir del refugio y nos hemos vuelto a equivocar al tomar la decisión de volvernos, pero ahora no es el momento de pensar en eso, las grietas y los abejorros que zumban a nuestro alrededor (piedras que se desprenden de las zonas altas al deshelarse la nieve que las sujetaba y pasan a nuestro lado con un zumbido que recordaban a estos insectos) requieren toda nuestra atención.


Cuando lleguemos al refugio habrá tiempo de sobra para reflexionar sobre nuestros errores.


Ya en las cercanías del Gonella Kike sale a recibirnos, y por la hora de nuestro regreso sabe cual ha sido el resultado de nuestra aventura.


Y este no es otro que el de un mal día para el orgullo pero un intenso día de aprendizaje.

Aunque no sabemos muy bien cuando nuestras obligaciones laborales y familiares (tanto Yiye como yo tenemos una hija de menos de un año) nos van a dar la oportunidad de tomarnos otra semana de vacaciones, de lo que si que estamos completamente seguros es de que esta historia NO acaba aquí.
¿Verdad chicos?.

3 comentarios:

  1. Una muy buena historia de montaña. Sabia decisión la retirada. Esa nube que mencionas es muy conocida en la zona y no trae nada bueno. Ánimo, las montañas están ahí y no se van. Habrá otra oportunidad.
    Saludos.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Gracias Saleina, eso quiero pensar, que hicimos lo correcto, por otro lado, la idea de volver es lo que, hoy por hoy, mas me motiva. :-)

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